Viaje en el mar

CategorĂ­a: Secundaria
Género: Cuento
TĂ­tulo del trabajo: Viaje en el mar
SeudĂłnimo: Roma

 —¡CapitĂĄn!, detenga el barco, debemos regresar a Alemania— — ÂżQuĂ© es lo quĂ© pasa? No podemos regresar— —hay una niña de 15 años, viene sola y nadie la conoce. Parece sospechosa— DespuĂ©s de la guerra y haber estado en un campo de concentraciĂłn por el simple hecho de ser judĂ­a, subĂ­ a un barco, un barco que iba a palestina. No conocĂ­a a nadie. Y para ser honesta tenĂ­a miedo. Estuve ahĂ­ una semana sin que saliera una sola palabra de mi boca. Hasta que un dĂ­a El CapitĂĄn del barco pidiĂł hablar conmigo. Él me hizo una serie de preguntas. Para ser sincera me parecieron algo raras, pues nunca nadie habĂ­a estado tan interesado en saber tanto sobre mĂ­, incluso preguntĂł el nombre de mis padres, se los dije, pero tambiĂ©n tuve que explicarle que no habĂ­a escuchado nada de ellos desde que nos separaron al inicio de la guerra. —¿CĂłmo vamos a hacer para que puedas bajar del barco? — —no tienes papeles, eso serĂ­a ilegal— me dijo el CapitĂĄn, pero yo dentro de mĂ­ sabĂ­a que no habrĂ­a ningĂșn problema para poder entrar a Palestina. Pues era solo una niña. Al menos eso pensaba yo. Cuando llegamos a Palestina, el CapitĂĄn me tomĂł de la mano, y les dijo a los oficiales que yo era su hija. Pues funcionĂł, nadie lo cuestionĂł. Unos años despuĂ©s se sintiĂł real, Ă©l era un padre para mĂ­. Pues cuido de mĂ­ por tres años, hasta que Ă©l enfermĂł y ya no pudo cuidarme. Palestina finalmente fue declarado un estado judĂ­o, Israel. Un año despuĂ©s formĂ© parte del grupo de defensa de Israel. Aunque todavĂ­a iba de vez en cuando a visitar al capitĂĄn, Ă©l ya estaba muy enfermo. Todo cambiĂł el dĂ­a que fui a una misiĂłn, en la cual tuvimos que tirar un edificio. En ese edificio se encontraban generales enemigos, nunca llegue a saber quĂ© clase de enemigos eran o siquiera a que ejĂ©rcito pertenecĂ­an. Pero sabĂ­a que debĂ­a de seguir las Ăłrdenes que a mĂ­ me daban. —cuando yo diga “fuego” todos deben arrojar su bomba y posteriormente correr— nos dijo el comandante. Yo tenĂ­a miedo, en realidad todos tenĂ­amos miedo, pues tenĂ­amos un gran riesgo de morir, solo tenĂ­amos cinco segundos para correr despuĂ©s de lanzar la bomba. DespuĂ©s de diez segundos el comandante gritĂł —FUEGO— lancĂ© mi bomba corrĂ­, posteriormente me puse en posiciĂłn de pecho tierra con mis manos cubriendo mi cabeza. De la manera que nos habĂ­a enseñado el comandante anteriormente. Por alguna razĂłn acabĂ© en la cĂĄrcel, creo que porque  sĂ© siete idiomas diferentes, los cuales he aprendido con el tiempo. Eso les hizo creer que yo era una espĂ­a del enemigo. La cĂĄrcel es un lugar horrible. La gente hasta hoy en dĂ­a, se asombra cuando digo que algo es horrible, despuĂ©s de haber estado en un campo de concentraciĂłn, pues si, estar en ese lugar fue horrible. Al estar ahĂ­ toda la gente que conocĂ­ me daba miedo y hasta asco. Menos una persona. —hola, me llamo Isaac— Isaac parecĂ­a diferente a los demĂĄs, Ă©l era amable y cariñoso. Aunque cuando apenas lo conocĂ­, para ser honesta fue difĂ­cil para mĂ­ confiar en Ă©l. —hola yo soy Jeannette— asĂ­ fue como Ă©l y yo nos conocimos. A veces podĂ­a hablar con Ă©l, pero a veces era difĂ­cil poder verlo, los oficiales eran muy estrictos con los horarios y a veces no dejaban que nos hablĂĄramos unos con los otros. Entonces Ă©l me enviaba cartas, y yo de vez en cuando las respondĂ­a. Un dĂ­a dejaron de llegar cartas, pasĂł un mes entero y no habĂ­a recibido ni una sola carta de su parte. SabĂ­a que algo andaba mal. AsĂ­ que se me ocurriĂł preguntarle a un oficial, al oficial que normalmente era amable conmigo, incluso me daba doble porciĂłn de comida. —¿sabes quĂ© ha pasado con mi amigo? — —hace un mes que no he escuchado nada de Ă©l— estĂĄ era mi Ășnica esperanza, Ă©l tenĂ­a que ayudarme. Si no lo hacĂ­a, sabĂ­a que perderĂ­a a Isaac para siempre. El oficial volviĂł la cabeza para asegurarse de que no habĂ­a nadie que pudiera escuchar. —sĂ­, lo he visto lo han trasladado a otro cuarto, Ă©l le ayuda por las noches al comandante mayor a escribir informaciĂłn sobre la cĂĄrcel. — me respondiĂł el oficial, con miedo de que alguien pudiera escuchar la informaciĂłn que me estaba dando. Entonces le pedĂ­ al oficial que le enviara un recado. —por favor dĂ­gale que se comunique conmigo, dĂ­gale que estoy preocupada. — —encontrĂ© la manera de decĂ­rselo— me respondiĂł, con una mirĂ­ada de lĂĄstima. Al pasar una semana sin saber nada de Ă©l todavĂ­a, me sentĂ­a sola. No habĂ­a ni una sola persona con quien pudiera hablar. —Jeanette— sentĂ­ como alguien tocaba mi espalda, mientras decĂ­a mi nombre. Cuando volteĂ© para ver quiĂ©n era, vi a Isaac. Sin decir una palabra, me acerquĂ© a Ă©l y rĂĄpidamente lo abrace. Con mucho miedo de que alguien nos viera, no estaba permitido tocar a otras personas. —estamos en problemas, los oficiales saben que podemos entender ĂĄrabe— dijo, por el tono de su voz pude darme cuenta de que Ă©l estaba demasiado preocupado. —ellos quieren matarnos— Hizo una pausa —debemos escapar. Ahora— SeguĂ­ a Isaac hasta llegar a un tĂșnel. —Todo este tiempo, he estado trabajando en las oficinas de la cĂĄrcel. Conozco este lugar a la perfecciĂłn. — dijo Ă©l con mucha seguridad, tambiĂ©n para hacerme sentir que me encontraba en buenas manos. —Al estar trabajando en las oficinas, haciendo trabajos para el oficial mayor, logrĂ© comunicarme con un oficial del ejĂ©rcito israelĂ­. Él estarĂĄ esperĂĄndonos afuera del tĂșnel. — explicĂł Ă©l con claridad. —tendrĂĄs que bajar por ese tĂșnel, y ahĂ­ te encontrarĂĄs con un general israelĂ­ llamado Yaakob. Yo llegarĂ© ahĂ­ despuĂ©s, todavĂ­a hay algo de lo que tengo que encargarme antes de salir de aquĂ­. — SeñalĂĄndome el tĂșnel, entendĂ­ todas sus indicaciones. Y las seguĂ­ sin decir una sola palabra. TemĂ­a que alguien me descubriera. Pues si alguien me descubrĂ­a me matarĂ­an, y no querĂ­a morir. Hice exactamente lo que Isaac me indicĂł. Entre al tĂșnel, y camine hasta llegar casi al final. Cuando de repente un oficial me vio. Me quedĂ© inmĂłvil, pasaron solo unos segundos y las manos del oficial ya estaban rodeĂĄndome. Ese momento fue terrorĂ­fico, pensĂ© que iba a morir, lo sentĂ­a y tenĂ­a mucho miedo. CerrĂ© los ojos y comencĂ© a rezar, ÂĄno quiero morir! DecĂ­a mi mente, pero las palabras no podĂ­an salir de mi boca. JamĂĄs habĂ­a sentido tanta presiĂłn. Al pasar un montĂłn de pensamientos y mĂĄs de un millĂłn de lĂĄgrimas ya habĂ­an salido de mis ojos. La esperanza se comenzaba a apagar. Cuando de pronto apareciĂł un soldado israelĂ­, alcanzĂł a leer su placa que decĂ­a “Yaakob”, Ă©l junto con Isaac, venĂ­a a salvarme, cuando voltee me di cuenta de que un oficial nos habĂ­a descubierto, pude verlo de lejos. PensĂ© que mi vida habĂ­a terminado, cuando se acercĂł, me dĂ­ cuenta de que era el oficial que me habĂ­a ayudado a contactar a Isaac. Él no hizo nada y nos dejĂł partir. No podĂ­a creer que me habĂ­a ayudado. Ambos me habĂ­an salvado la vida. Al cabo de unos meses Isaac y yo formamos parte del ejĂ©rcito israelĂ­. FormĂ© parte de una unidad de espionaje ya que hablo siete idiomas diferentes. VolvĂ­ a la casa del capitĂĄn, pero me dieron la mala noticia de que Ă©l habĂ­a muerto unas semanas antes. DespuĂ©s de dos meses me casĂ© con Isaac, fue la primera boda en el ejĂ©rcito de Israel.