Mi Cuenta CDI

¿Por qué no rezamos al D-os de Moshé?

Centro Deportivo Israelita, A.C.

//Rabino Leonel Levy

En este Pésaj quisiera comenzar con una pregunta, ya que esta es la fiesta de las preguntas. Mi inquietud está relacionada con una figura central del relato de la salida de Egipto: Moshé.

Cuando rezamos en la Amidá (plegaria central de los servicios religiosos), invocamos al D-os de los patriarcas, al D-os de Abraham, de Isaac y de Yaacob. ¿Por qué no nos referimos a D-os como el D-os de Moshé? Acaso no es este hombre la figura más importante de toda la Torá? ¿Acaso no es el líder del pueblo a través del cual nos llega la palabra de D-os? ¿Por qué hablamos de la Torá de Moshé y no del D-os de Moshé? Para contestar esta pregunta debemos observar lo que ocurre cuando los hijos de Israel van camino a la libertad y deben atravesar el mar de los juncos. Todos estamos a favor de la libertad, y reconocemos las bondades de ser libre. Y en estos días cuando nos preparamos para Pésaj quiero que nos detengamos a analizar nuestra libertad, ya que voy a proponerles que la libertad absoluta no existe, que es imposible, siempre hay límites y estos límites en muchas ocasiones son también muy buenos y sanos.

Rabbi David Wolpe, que nos visitó hace unas semanas en Bet-El, nos enseña que vivimos una sociedad donde si necesitas un coche o un papel o una prenda de ropa, alguien lo hace para ti. Otros se ocuparán de tus necesidades porque eso les traerá un beneficio económico. Las reglas del mercado están basadas en entender lo que la gente quiere o necesita. Y poder ofrecérselo. Sin embargo, tarde o temprano comprendemos que esta ley del mercado no siempre se cumple, ya que algunas de nuestras necesidades no se satisfacen pagando. Por ejemplo, tú puedes pagar para que cuiden de tus niños, pero el día que la niñera decide irse o que no necesita más el trabajo, ¿qué haces? Llamas a tu hermana o a la abuelita o a una amiga para que los cuiden. Porque con tu familia, con tus amigos y parientes, la relación es diferente. Y aquí está el punto, limitamos la libertad con grupos voluntarios porque es la única manera de sobrevivir. Nos comprometemos entre amigos, entre familiares, entre miembros de la comunidad, y nos ayudamos mutuamente porque nadie vive solo en libertad. No podemos sobrevivir sin la ayuda de otros. Y es en esos momentos que comprendemos que los vínculos voluntarios son más fuertes que los vínculos económicos y de interés personal. Los vínculos morales, de ética y de fe son más fuertes. Y es cierto que en determinadas ocasiones cedes a tu libertad para conservar estos vínculos porque son lo más valioso que puedes tener, y estos vínculos profundos no se pueden comprar.

Esta es la idea por la cual construyes una comunidad, cuando eres capaz de ceder a tus intereses personales y limitas tu libertad para unirte a otros, y compartes un destino común, una responsabilidad.

Los lazos de comunidad son muy poderosos, aunque a veces no nos damos cuenta del real significado que estos tienen.

Hace unos días platicaba con una persona que estaba muy agradecida porque sabía que rezábamos por su salud. Y de ocuparnos para que diferentes médicos la atendieran. Ella me platicó que varias personas de la Comunidad le habían hablado por teléfono porque sabían que estaba enferma y le ofrecieron ayuda. Esta mujer estaba asombrada del bien y ayuda que existía en la Comunidad.

Robert David Putnam es un sociólogo y politólogo estadounidense de la Universidad de Harvard. Y hace unos años publicó un libro llamado Bowling alone, Jugar boliche solo. La tesis de Putnam es que en la sociedad moderna se ha producido un declive con consecuencias negativas de las ligas de boliche, de los grupos políticos, de las fraternidades de voluntarios y de las comunidades religiosas. Él explica que se ha experimentado una grave disminución de miembros en las ligas y agrupaciones, mientras que el número de los que juegan solos boliche se ha incrementado tremendamente. Él señala que la mejor manera para recuperar el tejido social es a través de los lazos y puentes que se tienden cuando no jugamos solos, sino que formamos una comunidad de responsabilidad mutua, de preocupación de uno por el otro. De este trabajo aprendemos que la sociedad moderna no tiene más, por renunciar a la comunidad, por entregarse al individualismo, sino que tiene menos.

El pueblo de Israel al salir de Egipto se va conformando como una comunidad. Con un destino común, con una responsabilidad mutua. Y comprende que si bien el estar juntos trae aparejado demandas, nos permite movernos en el desierto. Nos libera y nos sostiene.

Esta es la razón por la que no hablamos del D-os de Moshé en nuestras tefilot. Una vez que hay comunidad, que nos conformamos como pueblo, no es más el D-os de una persona, de un individuo, es el D-os de Israel y no el D-os de Moshé.

Israel es una comunidad en el desierto. Celebramos la libertad, pero queremos comunidad, queremos una red, una cadena, que nos permita a todos estar juntos, estar conectados, entendiendo que lo que le pasa al otro nos ocurre a todos. Esa es la razón por la que nos referimos al D-os de Israel y no el D-os de Moshé. Ya no es un D-os de individuos, de patriarcas, es un D-os preocupado por su comunidad.

Al estar en comunidad, expresan algo sobre lo que les importa en la vida. Al verlos en instituciones comunitarias puedo suponer que tenemos un vínculo, que compartimos las mismas inquietudes: nos preocupamos por el pueblo judío, por el Estado de Israel, por lo que sucede en este país, por el desarrollo espiritual, por la continuidad de nuestra Torá, por la forma en que nos dirigimos a nuestro prójimo. Entonces la comunidad importa no solo porque nos conecta con el afuera, con D-os, con el adentro con nosotros mismos, sino porque nos conecta con los otros.

Queridos amigos: tenemos que estar felices que no hay D-os de Moshé. Estamos juntos para alegrías y tristezas, somos responsables unos por otros, y como pueblo de Israel vamos hacia la Tierra Prometida. En este Pésaj los invito a pensar que las instituciones comunitarias son lugares serios (y no significa que no nos podamos reír o pasarla bien), sino que es serio porque lo que ocurre aquí es relevante y significativo: se educa a los niños, a los jóvenes, a los adultos, a las familias. Este es un lugar donde si enfermas la gente rezará y velará por ti, un lugar donde, si sufres, los demás sufrirán contigo y si celebras, los demás se sumarán a tu alegría y cantarán contigo, porque estamos todos unidos, porque somos una comunidad, hijos de una misma familia, el pueblo de Israel.

Los cuatro elementos en el judaísmo