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El hombre del Audi TT Coupé

Centro Deportivo Israelita, A.C.

//Perengana

Extraño título le vine a poner a esta nota, aunque verán, si me tienen paciencia, de qué se trata. Es que me inspira el hecho de que el pasado 25 de noviembre, designado por la ONU en 1999, fue el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, definiendo la “violencia contra la mujer” como todo acto de violencia basado en el género que tiene como resultado posible o real un daño físico, sexual o psicológico, incluidas las amenazas, la coerción o la prohibición arbitraria de la libertad, ya sea que ocurra en la vía pública o en la vía privada.

La propuesta la realizó la República Dominicana con el apoyo de 60 países para que se celebrara dicho día. El motivo de la fecha, tuvo que ver con el macabro asesinato de las tres hermanas Miraba, activistas políticas dominicanas, el 25 de noviembre de 1960, por orden del dictador dominicano Rafael Leónidas Trujillo, reconociendo la urgente necesidad de una aplicación universal a la mujer de los derechos y principios relativos a la igualdad, seguridad, libertad, integridad y dignidad de todos los seres humanos, reconociendo que la violencia contra la mujer, constituye una manifestación de relaciones de poder históricamente desiguales entre el hombre y la mujer, que han conducido a su dominación y a su subordinación.

Sin embargo, y a pesar de estas consideraciones, es evidente que el maltrato a la mujer continúa en todos los grupos sociales, países, condiciones políticas y económicas. Las cifras recientes de la prevalencia mundial indican que alrededor de una de cada tres (35 por ciento) mujeres en el mundo, han sufrido violencia física o sexual de pareja o violencia sexual por terceros en algún momento de su vida. La mayoría de estos casos son violencia infligida por la pareja. En todo el mundo, casi un tercio (30 por ciento) de las mujeres que han tenido una relación de pareja, refieren haber sufrido alguna forma de violencia física o sexual por parte de su pareja. Un 38 por ciento de los asesinatos de mujeres que se producen en el mundo son cometidos por su pareja. Estas formas de violencia pueden afectar negativamente a la salud física, mental, sexual y reproductiva de las mujeres y aumentar la vulnerabilidad al VIH. Entre los factores asociados a un mayor riesgo de cometer actos violentos, cabe citar un bajo nivel de instrucción, el maltrato infantil o haber estado expuesto a escenas de violencia en la familia, el uso nocivo del alcohol, actitudes de aceptación de la violencia y las desigualdades de género.

En el plano de la propia experiencia, curiosamente el 25 de noviembre pasado, me encontraba muy tranquila disfrutando de una tarde agradable, cuando de pronto, se escucharon los gritos de los vecinos de la casa contigua. Un matrimonio con hijos pequeños, quienes también siendo testigos de la crueldad que de ahí emanaban las frases, los insultos, reprendas, acusaciones, ofensas, etcétera. De pronto, el padre sacaba de casa las pertenencias de la indefensa madre. El hombre había ya empacado todo para que la mujer se dispusiera a abandonar su propia casa, aseguraba lanzarla a la calle y quedarse sin nada, ni siquiera la posibilidad de ver a sus propios hijos. Llegaron así los golpes y fue cuando procuré la participación de los elementos de seguridad, para que no llegara a más todo esta mala experiencia, en la que no quise intervenir tan directamente, sorprendida y con espanto de poder ser la segunda víctima de maltrato del feroz caballero. Aparentemente, la víctima de los golpes, fue protegida por las leyes, supongo, así pasaron algunos días. El resultado fue que el que tuvo que salir del hogar fue el agresor, ahora con la cabeza abajo, se le ha prohibido vivir en casa, y en estos momentos es conocido como el hombre del Audi, ya que este vehículo se encuentra siempre estacionado de las diez de la noche a las 8 de la mañana fuera de su casa, y se ha convertido en la nueva habitación, vamos, en la residencia de lujo de quien lo maneja. Sin tener a dónde ir, sin el privilegio de gozar de su esposa e hijos, esta puede ser una lección para todos. Un momento de arranque que cambia el destino y el futuro de todos los miembros del privilegiado núcleo social o sea la familia, de la que parte la estabilidad, la salud y el bienestar, mas sin embargo, la violencia seguirá amenazante, desafiando a quienes en su más íntimo temperamento, no pueden controlar esa acción.

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