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Asociación Menorah. ‘No es normal’ la violencia en la pareja

Centro Deportivo Israelita, A.C.

“Me di cuenta muy tarde”.

“Yo no sabía que había una salida”.

“Me aguantaba por mis hijos”.

“No me daba cuenta que estaba atrapada en el círculo de la violencia”.

“Mi esposo me maltrataba de varias maneras, pero luego me pedía perdón y se portaba lindo conmigo por un rato”.

“Estaba paralizada”.

¡Hay que darle voz al sufrimiento!

¿Habías escuchado estas frases? ¿Sabes por qué algunas personas se quedan atrapadas en el círculo de la violencia? ¿Cuántas veces hemos oído de casos en que el sufrimiento es tal; que paraliza a la víctima? ¿En cuántas ocasiones hemos descubierto que la víctima no sabía que estaba sufriendo violencia y que existen otras formas de vivir?

Quizás estas personas así vivieron en casa y creían que ese tipo de vida era normal, pero ‘la violencia no es normal’. 

Existen diferentes tipos de violencia los cuales acaban con la integridad de una persona y de los que la rodean; en todos los sentidos. En pocas y sencillas palabras podríamos concluir que la violencia es ejercer el poder y el control sobre ‘alguien’ más débil.

Este ‘alguien’ es el que no sabe poner límites, no sabe darse a respetar, a ser tomado en cuenta, tener libertad de acción, de decisión, etcétera.
Ahora quisiera dar un enfoque diferente a uno de los tantos factores que podrían provocar violencia entre la pareja:

La falta de conocimiento de sí mismo y del otro.

Durante el enamoramiento, las personas no consiguen ver a su pareja completa, con su luz y su sombra (la sombra es lo que no nos gusta del otro). Y cuando la sombra asoma ya es un poco tarde.

Sería importante tener en cuenta que difícilmente los miembros de una pareja son iguales; de ahí pueden surgir muchos conflictos simplemente porque no ven las cosas con el mismo lente, no deciden de la misma manera, tienen otras prioridades; es entonces que surge la lucha o guerra de poder, que puede devenir en violencia de todo tipo.

Veamos una de estas interpretaciones por las cuales puede surgir esta violencia, basándonos en un aspecto de la teoría de Carl Jung. (Es muy probable que te puedas identificar con algo de lo que se mencionará acá y eso “sí es normal”).

¿Te has topado alguna vez con parejas en que a uno de ellos le encanta estar en casa tranquilo, oír música, leer; y durante una fiesta se sale con otras dos o tres personas a platicar o prefiere no asistir a ella; y él, quizás este casado con una mujer que no puede estar sola, siempre se acompaña de amistades, asiste a todas las reuniones, es habladora o está con el celular, la tv, etcétera?

Ninguno de los dos es mejor; solo afrontan al mundo desde una diferente forma de ser.

Unos son: introvertidos y los otros son extrovertidos.
A ella (extrovertida) le encanta estar con la gente, así recarga su energía.
A él (introvertido) no; él necesita espacio y tranquilidad para recargar su energía.
Ahí podría empezar a generarse el conflicto.
¿Conoces personas que se ven insensibles, fríos, calculadores, objetivos, perciben al mundo con su mente en primera instancia, y después de analizar una situación a detalle toman su decisión y hablan; pero cuando algo les toca una fibra fina de sus sentimientos o una emoción no se saben controlar ni expresar sus emociones y se desbordan en llanto; así que mejor se quedan con esa apariencia de frialdad?
Pues estas personas pertenecen al tipo psicológico llamado: ‘Pensamiento’ y al hablar, generalmente dicen: “Yo pienso...”
Y no es por casualidad que este ‘Pensamiento’ se haya casado con una mujer que es su opuesto totalmente que es el tipo: ‘Sentimiento’ y al hablar, generalmente dicen “Yo siento…”

Estas personas ‘Sentimiento’ perciben al mundo por lo que les gusta o les disgusta, a través de su corazón, son indecisas, se preocupan por lo que sienten los demás, son subjetivas, escuchan su corazón, expresan sus emociones, son empáticas y cálidas.

Entonces imaginemos, ¿qué pasa cuando él se rige por el pensamiento y su pareja por el sentimiento?

No por casualidad hay otros dos tipos de personas que se juntan siendo también muy opuestas (lo que no es una ley) como son los del tipo: ‘Sensación’ y al hablar generalmente dicen: “Yo veo; yo oigo…”

Ellos perciben al mundo a través de sus cinco sentidos: lo que ven, oyen, sienten, gustan y huelen. Son muy prácticos, detallistas, viven en el aquí y ahora, y se pueden unir a una persona que es del tipo: ‘Intuición’ quien dice: “Me late, tengo la intuición…”

Esta persona parece que está un poco menos en la realidad, más en las nubes, es muy creativo, imaginativo, no es muy lógico, no muy aterrizado, ve la vida de una manera global, no ve el detalle y no sabe manejar el tiempo ni el dinero, por eso llega tarde a las citas y no le salen las cuentas. Se basa en sus corazonadas.
Si a una persona tipo ‘Sensación’ le preguntas acerca de una boda, te va a detallar el vestido, la tela, el adorno del cuello, de la manga, los diferentes tipos de flores y colores que tenían los arreglos, la música, toda la cena platillo por platillo, pero el tipo intuición te contestará simplemente: que la boda estuvo ‘bonita’, eso es todo.

Cabe aclarar que todos tenemos de los cuatro tipos psicológicos, pero nuestra tendencia primera es hacia uno de ellos. (No es una regla general que se casen con sus totales opuestos).

Imaginen parejas como estas que mencionamos, los conflictos que deben tener por no conocerse y no saber que no pueden cambiar al otro; lo que los puede llevar a la frustración por no cumplir sus expectativas, a la ansiedad, a la desesperanza, al enojo y, por lo tanto, a la violencia por no poderse comprender, y por no entender que no perciben al mundo de la misma manera.

Es así como surgen los maltratos; la víctima generalmente tiene una baja autoestima y no se da cuenta que la violencia va escalando. No sabe poner límites, el miedo la domina, la atrapa, la paraliza y no se siente merecedora de algo mejor. No cree tener recursos para buscar una salida, se avergüenza, no habla ni pide ayuda; lo cual provoca trastornos de personalidad.

Las consecuencias físicas, emocionales y sociales son muy graves y para empezar a encontrar una salida: “Hay que darle voz al sufrimiento”. Informarse y hacer conciencia de cómo soy yo y como es mi pareja.

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