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Fredy Hirsch y blancanieves viven en Auschwitz. Primera parte

Centro Deportivo Israelita, A.C.

//Paloma Cung Sulkin

Este es un capítulo del Holocausto poco conocido, y es importante hacer visibles los nombres y las historias de los protagonistas de este suceso, para restituirles su lugar en la historia. En un mundo abyecto y cruel como fue Auschwitz-Birkenau, la gigantesca fábrica de la muerte, era un misterio el Campo Familiar de los judíos de Terezín y el Block 31 para niños, instalados grotescamente a unos metros del Crematorio I y II, en Birkenau.

Los protagonistas son héroes olvidados, cuya influencia fue determinante en las vidas de muchos niños y jóvenes en ese inframundo, en el cual particularmente alguien como Fredy Hirsch hizo la diferencia. Creó para ellos un universo aparte.

Fredy Hirsch, los Birkenau Boys, - entre ellos Bedrich Steiner que llegó a México, así como muchos otros - coincidieron en el Campo de Terezín y después compartieron el infierno de Birkenau. Unos sobrevivieron y otros no, pero sus acciones y los principios por los que lucharon, quedan consignados para ejemplo y conocimiento de las generaciones posteriores.

Se incuba el enemigo

En 1914, Alemania inicia la Primera Guerra Mundial. Se alistan en el ejército 100 000 judíos alemanes. Al terminar la guerra muchos fueron condecorados, sin embargo, Alemania justificó su derrota culpando a los judíos, y se popularizó la leyenda de “La puñalada por la espalda”.

En 1916, en plena guerra, nace Fredy Hirsch en Aachen, Alemania, en el seno de una familia judía acomodada. Él y su hermano asistían a la escuela judía. El padre murió cuando los niños eran chicos y ya entonces, Fredy y su hermano Paul, eran muy activos en el movimiento scout judío-alemán que se convertiría en el Maccabi Hatzair (Young Maccabi). Los fuertes lazos de Fredy con los scouts, su pasión por el deporte, y los ideales sionistas, se iniciaron temprano en su infancia. Los movimientos juveniles como Maccabi, Hashomer Hatzair y otros, surgieron debido a que los niños judíos no eran bien recibidos por los scouts alemanes, y fueron un elemento importante en el proceso de construir su identidad. a través de los Movimientos Juveniles, el sionismo con sus variantes ideológicas -se propagó ampliamente entre los jóvenes del Este y Centroeuropeo de entreguerras, configurando un nuevo tipo de judío.

Los movimientos juveniles se iniciaron como gimnasios, que sostenían la importancia de “mente sana en cuerpo sano”. Pronto la perspectiva se amplió, usando el deporte como herramienta educativa, y la ideología sionista como agente de cambio de la conciencia judía a través de la educación informal. El objetivo era crear judíos independientes, con alta autoestima, motivados por el renacimiento judío en Israel, estimulados por la fuerte solidaridad del grupo. Esta hermandad fue probablemente una de las razones por las cuales durante la Segunda Guerra Mundial los jóvenes, miembros de los movimientos juveniles a pesar de su edad desempeñaron un relevante papel de liderazgo en la resistencia a los nazis.

Fredy Hirsch pertenecía a este nuevo tipo de personajes: orgullosos, inéditos en el imaginario judío

Hitler accedió al poder en1933. Al instituirse el nazismo en Alemania, la familia Hirsch se desintegró; la mamá de Fredy, su hermano y el padrastro,- deciden emigrar a Bolivia. Fredy atado a sus ideales sionistas, elige quedarse en Alemania. Con solo 19 años, poseía la misma seguridad en sí mismo y el don de mando, que le iban a caracterizar toda la vida. En 1935, se decretan las Leyes de Núremberg en Alemania. Fredy se quedó solo, y es enviado como dirigente del Movimiento Scout a Dusseldorf. Pronto las agresiones antisemitas escalan más allá de las palabras, y los judíos quedan totalmente excluidos de la sociedad. Fredy Hirsch emigra a Praga como muchos otros alemanes.

La farsa y la realidad asisten a la ópera

Fredy Hirsch es deportado el 4 de diciembre de 1941 en un grupo de Aufbaukomando, para construir y organizar el Campo de Terezín, -lo que sería para los nazis Theresienstadt Getto. Concentraron allí a los judíos de Bohemia y Moravia, y a ciertas categorías de judíos alemanes: ricos, famosos, músicos e intelectuales destacados. Ancianos y veteranos condecorados que participaron en la Primera Guerra Mundial. El objetivo era usar este campo como fachada, para encubrir el exterminio ante la opinión pública. 140 000 judíos pasaron por ese campo. Ahí 33 000 murieron de hambre y enfermedades, el resto fue enviado a Campos de Exterminio. Terezín era como cualquier Campo de Concentración, y sin embargo, era un oasis comparado con los campos de Polonia. Cotidianamente salían las deportaciones al Este, y a pesar de eso, crearon un sofisticado sistema clandestino de educación, y grupos de estudios superiores, sobre Etnografía, Psicología o Sociología, incluso de sionismo para un público deseoso de aprender, a pesar de saberse en la antesala de la muerte. Muchas creaciones literarias, partituras musicales, obras de teatro, pósteres, dibujos, y óperas que sobrevivieron, atestiguan la fortaleza de los prisioneros. Estas actividades los hacían olvidar su realidad y frente a un escenario, por precario que fuera, podían recordar que eran seres humanos y constatar que su espíritu estaba intacto. Un sobreviviente dijo: “El heroísmo consistió en la voluntad de crear, de pintar, de escribir, de actuar y componer en el infierno”.

Fredy Hirsch reunía con los niños y jóvenes que lo seguían masivamente, y al mes fue asignado a dirigir el Departamento de Juventud y Educación. Fredy creó para ellos un universo paralelo en el edificio L 417, la barraca de los muchachos, ‘la Skola’. Vivían separados de sus padres y sus mentes infantiles lograron imaginar el mundo. Dibujos, poemas, artículos y diarios, nos permiten una visión de sus sentimientos íntimos en calidad de prisioneros, y su percepción del futuro. Realizaba encuentros deportivos, pero también culturales y tradicionales para alimentar el espíritu judío. Concentrados en Terezín, intelectuales, artistas y músicos, poetas, escritores, pintores, dramaturgos y científicos, lograron no solamente sobreponerse a las humillantes condiciones, sino generar una prolífica actividad cultural.

Fredy Hirsch autosuficiente, desenvuelto y audaz, se granjeaba a los guardias de la SS, y le otorgaban algunos privilegios que usaba para beneficiar a los niños con algo de comida o ropa extra. Organizó equipos de atletismo, clases de box y campeonatos de fútbol y baloncesto. En 1943, Fredy creó su propio campeonato de fútbol y diez equipos disputaron la Copa de Terezín. En plena ocupación nazi formó la Liga de Terezín con jugadores reconocidos en la escena deportiva de checos, austriacos, daneses, alemanes e italianos prisioneros, y convenció a los nazis de formar un equipo de fútbol con guardias, para enfrentar a los internos.

Fredy fue deportado a Auschwitz el 9 de septiembre de 1943, con otros 5 000 prisioneros, aproximadamente cuando empezaban los preparativos en Terezín para la gran farsa con la Cruz Roja. Instalados en Birkenau, custodiados por los crematorios, los esperaba el Familiencamp. Ellos se movieron de lugar, pero el absurdo seguía ahí. Como regla general en Auschwitz, a las familias y a los niños, solo se les veía de camino a las cámaras de gas. Nadie había visto familias juntas, vestidas de civil, con las cabezas sin rapar. Era una visión que los prisioneros ya habían olvidado y pensaron que no verían más.

Hansel, Gretel y Blancanieves llegaron al Block 31

El número de niños ascendía a 500 aproximadamente. Fredy Hirsch, convenció a Mengele de instalar durante el día una barraca especial para que los niños no interfirieran con el trabajo de los adultos, y se les pudieran enseñar las órdenes en alemán. Separado de las barracas y de la rampa del tren por las regaderas, desde el Block 31 asignado a los niños, se veían claramente, como crespones de luto, las columnas de ceniza que emanaban de las chimeneas. Pero los niños, sentados en sus bancos de madera, concentrados en las aventuras que narraban los madrijim -por un tiempo, - no se percataron de ellas. Fredy siguió con su labor de preservar una estructura similar a la de Terezín asumiendo el puesto de Altester del Block 31. La rutina diaria iniciaba en las letrinas, luego, aseo en los lavaderos, con el agua sucia congelada tiritando con el frío de invierno, -para prevenir la diseminación de piojos y otras enfermedades. Seguía el desayuno, - Fredy consiguió que mejorara un poco la comida de los niños, -y en las clases, se enfatizaban los valores de decencia y solidaridad, que desgraciadamente en el contexto concentracionario se derrumbaban vertiginosamente. Cantar estaba permitido, pero no estudiar. El objetivo de Fredy y su staff de educadores, era alimentar la espiritualidad infantil y crear la ilusión de un destino esperanzador. Las clases se llevaban a cabo durante el día en el Block 31, una barraca como las demás, sin literas. Sentados en bancos, alrededor de los maestros, estaban tan cerca unos de otros, que podían escuchar tres clases diferentes al mismo tiempo.

En estas circunstancias, la disciplina era un imperativo. El equipo de Fredy consistía aproximadamente de 20 maestros y madrijim que él conocía con anterioridad. Aceptaba gente extra para favorecerlos, dado que en el Block había mejores condiciones que afuera. No importaba lo que enseñaran: Geografía o Historia judaica. Sin cuadernos ni libros, las cualidades más valoradas eran la memoria, la imaginación y la habilidad de contar historias, de organizar juegos y representaciones. Fredy consiguió en el almacén de objetos requisados, unos ocho libros maltratados que se convirtieron en la biblioteca clandestina del Block 31. Los libros estaban prohibidos y descubrirlos significaba la cámara de gas. En los muros sin ventanas, de madera podrida, también se operó la magia. La atmósfera opresiva cambió. Las jóvenes pintoras poblaron las paredes con indios, esquimales, y africanos. Los pájaros dejaron de ser una rareza en Birkenau y en pleno invierno se llenó de flores, árboles y rocas, pero sobre todo, llegaron Hansel, Gretel, y Blancanieves con los siete enanitos. Fredy como siempre se hizo cargo y les consiguió papel, pinceles y colores. Gracias a su talento, Mausi y Dina aún adolescentes, fueron llamadas por Mengele a dibujar retratos en el Campo Familiar de los gitanos. Fredy guió a cada uno de sus asistentes, a descubrir sus mejores atributos en medio de lo sórdido y lo más ruin del ser humano. Ninguno se preguntaba si era absurdo enseñar Geografía o leyes gramaticales cuando la muerte era lo único real en esa puesta en escena. Ellos necesitaban creer, tanto como los niños. Casi todos los maestros sobrevivieron y han dado sus testimonios.

DATOS: 

Te invitamos a la función de Paraíso en auschwitz, de Arón y Esther Cohen, se presentará el martes 6 de septiembre en la Comunidad Sefaradí.

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