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Sanando el divorcio

Centro Deportivo Israelita, A.C.

//Vivian Saade*

Romper con la pareja con la que se formó una familia es generalmente un proceso que lleva mucha reflexión, sufrimiento y tiempo. No es una decisión que se toma impulsivamente, sin embargo, cuando el divorcio en una pareja es inminente, todos los integrantes de la familia se ven afectados, y sanar es un proceso largo que debe empezar por los padres.

Para lograr que el impacto emocional del divorcio deje menos cicatrices en los hijos, se necesita que los padres se estabilicen en primera instancia, por lo tanto, he aquí algunas recomendaciones:

Encontrar un grupo de ayuda, un consejero o terapeuta: la mejor manera de que un hijo sane, es cuando su padre o madre se encuentran saludables y fuertes. Los grupos de ayuda, consejeros o terapeutas ofrecen estímulo, herramientas y habilidades de afrontamiento. Tal vez estos nunca se habían necesitado, pero acudir a ellos evita que los hijos se conviertan en consuelo o en consejeros, ya que esto no es saludable ni es el rol que les corresponde, por lo que solo complicarían su dolor.

Permitir que en ocasiones vean a los padres tristes: no hay que negar cuando los hijos preguntan si existe tristeza o dolor, ya que eso les da a ellos también el permiso para sentir tristeza, dolor o cualquier otra emoción. Es muy importante asegurarles que este es un sentimiento transitorio, ya que se encuentran trabajando para sentirse poco a poco mejor, y que van a estar bien.

Comunicar la verdad: dejar en claro que los hijos no tienen nada que ver con el divorcio. Los niños tienden a ser autorreferentes y ‘creen’ que todo tiene que ver con ellos. Hay que aclarar que las dificultades y la decisión la tomaron entre los padres. Asegurarles que ellos son y siempre serán amados por los dos padres y que el divorcio en nada cambiará eso.

Decir la verdad sobre las causas del divorcio de manera apropiada para cada edad creará un ambiente de certeza, disminuirá la ansiedad que pudieran estar sintiendo y les dará tranquilidad de que sus padres serán honestos acerca de otros posibles problemas.

Incluso cuando el divorcio se da porque alguno de los padres decide formar otra familia, se puede decir algo como: “Tu papá decidió que ya no quiere vivir conmigo, quiere estar con otra persona, pero él a ti te sigue amando muchísimo”.

Esperar para tener citas: es mejor esperar un tiempo antes de involucrarse en una nueva relación, esto dará tiempo, tanto a los hijos como a los padres, para sanar el divorcio. Buscar una nueva relación cuando se está vulnerable o no se está emocionalmente listo, puede llevar a hacer elecciones inadecuadas, causar daño y confusión para todos. Es prudente darse tiempo para analizar los aciertos y errores que hubo en la relación para trabajar en recuperar la autoestima, que generalmente se encuentra dañada, y para fortalecerse interiormente.

Ilusionar a los hijos con una nueva pareja de la cual no se está seguro es provocar otra posible pérdida.

Permitir que los hijos amen al otro padre: no se debe permitir que los problemas entre los padres afecten su relación con los hijos. Los problemas, tanto del divorcio como del día a día, deben quedar solo entre los padres. Los hijos no tienen que escuchar los pleitos de los padres ni estar en medio de sus problemas; a veces se escuchan frases como: “¿Verdad que tu papá es muy malo porque no te pagó las clases de fútbol?” o “Tu mamá siempre es igual, te manda a pasear sin suéter”.

Aunque se tengan muchas ganas de dejarle en claro a los hijos que el otro padre ‘no es bueno’, eso es contaminarlos. Tal vez resulte muy difícil no hablar mal del otro, pero es importante abstenerse de hacer comentarios negativos sobre el exesposo o la exesposa. Las acciones cotidianas de ambos padres crearán en los niños una imagen real, día con día, de los padres con los que cuentan.

Ser consistentes en la disciplina: no se debe permitir que ninguna culpa autoimpuesta relacionada con la pérdida que tuvieron los hijos haga ser a los padres más complacientes de lo normal o permitirles cosas que en otro momento no se hubieran permitido. Los niños necesitan dirección y padres que los guíen con seguridad, con una disciplina consistente, y límites saludables que les muestren lo correcto y lo adecuado para cada edad.

Las pruebas y la perseverancia construyen el carácter. Obviamente un divorcio no es lo que se hubiera querido para los hijos, pero si esa es la realidad, aun de ella se puede obtener mucho aprendizaje. Hay que darle tiempo al tiempo.

Permitir que los niños sigan siendo niños: tratar en lo posible que los hijos no escuchen las disputas familiares, los pleitos por los horarios de visita, asuntos relacionados con pagos y finanzas, y de nunca usarlos como medio para solucionar problemas. Hay que preservar y proteger su inocencia.

El divorcio es un suceso difícil de superar para todos los involucrados sin importar la edad; por lo tanto, hay que permanecer alertas y sensibles a los hijos y hacer de su sanación y de la de los padres una prioridad.

* Fundadora y directora. Asesoría y apoyo en el ámbito educativo. Conferencista y tallerista sobre temas de educación para padres y maestros en diversos foros del país.

DATOS:

Encauza, Consultoría Educativa para Padres
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