Mi Cuenta CDI

Desafíos para la búsqueda del nuevo ser nacional mexicano (tercera parte)

Centro Deportivo Israelita, A.C.

En la primera y la segunda parte de este análisis del siglo XIX se habló de las tendencias políticas relacionadas con las formas de gobierno que se deseaban para el nuevo Estado-nación a formar, y de la actitud que este tomaría ante la Iglesia mexicana. Dentro de las formas de gobierno se hallaban la monarquía, la república central y la república federal, y con respecto al comportamiento que se seguiría con la Iglesia mexicana se dijo que se encontraban los “hombres de bien” o del “orden”, quienes deseaban formar el Estado-nación en conjunto con la Iglesia y los “hombres del progreso”, que deseaban un Estado secular desvinculado de la influencia eclesiástica.

Es importante aclarar que en todas estas tendencias políticas no es la procedencia económica, social o étnica, o el hecho de haber luchado a favor de los insurgentes o de los realistas, los elementos que las definen. Hay que borrarse de la mente esas simplificaciones acerca de la historiografía del siglo XIX, y entender que todas estas corrientes políticas de pensamiento se fueron conformando en un proceso de cincuenta años o más, y que todas tuvieron gente de las clases altas y medias. Es decir, en ellas participan una élite de notables ilustrados que se está ensayando en política, y que se sentía la idónea y capaz de dar las directrices de la nueva nación. Ni la procedencia social, ni el bando en que se luchó durante la Independencia, fueron los que determinaron el mosaico de posturas políticas que se dieron en esta época.

Como se dijo en el artículo anterior, se debe ser cauto con las esquematizaciones históricas y de la realidad presente, ya que estas solo son una herramienta que sirve para aprehender la realidad, pero no son la realidad misma, que es más compleja y captarla en su totalidad, es imposible. Por tanto, en cuanto a la división histórica que se ha hecho entre liberales y conservadores hay que comprender que es válida desde 1849 en adelante, y que para la primera mitad del siglo XIX, no había esta división tan categórica. Incluso la esquematización entre liberales y conservadores en la segunda mitad del siglo XIX es más compleja y no tan tajante.

Hay que hacer hincapié que todas estas tendencias se están conformando en un Estado débil, política, económica y socialmente, con poca fuerza institucional. Por lo tanto, las diversas tendencias de pensamiento que se organizaron en facciones, tales como: borbonistas, iturbidistas y republicanos durante el Imperio de Iturbide de 1821 a 1824, las asociaciones o clubes políticos que se denominaban a sí mismas, logias masónicas escocesa y yorkina de 1825 a 1830, los “hombres de bien o del orden” frente a los “hombres del progreso” de 1833 a 1853, siempre estuvieron precisadas de atraerse la atención de los caudillos militares de la época, que eran otro actor social de suma importancia con sus propios intereses en el campo del juego político. Se puede decir que el ejército era independiente de las facciones, aunque podía coincidir y participar en ciertos momentos con alguna de estas corrientes.

El ejército formado por diferentes generales, tales como Antonio López de Santa Anna, Vicente Guerrero, Nicolás Bravo, Anastasio Bustamante, Mariano Paredes y Arrillaga, entre otros muchos más, se convirtió en el árbitro entre todas ellas, las cuales siempre acudían a alguno de ellos para que con la fuerza pública militar las pusiera en el poder gubernamental, y así ensayar los proyectos que tenían en mente. Como los gobiernos de esta época no emanaban de un consenso social, sino generalmente de la fuerza militar, provocaba que los opositores estuvieran a la expectativa para derribar al que estaba en el poder.

Durante este periodo, es común ver subir y caer gobiernos, después de una sublevación, asonada o cuartelazo, que era respaldado por el Congreso en turno. Pocos gobiernos subieron al poder legítimamente. Así se encuentran: el de Iturbide mientras fue regente del Imperio, ya que su ascensión al Imperio por el Congreso deja muchas dudas por resolver; el de Guadalupe Victoria entre 1824 a 1828, que fue el único que acabó su mandato y el de Anastasio Bustamante entre 1837 a 1841, sin que pudiera concluir su periodo presidencial.

Por esta razón, el ejército se consumía los ingresos de la Hacienda Pública, y cuando no había dinero para continuar pagándole, a él y a la burocracia, ya se tenía el caldo de cultivo para otra revolución, puesto que había que cobrar más impuestos, pedir préstamos forzosos a los comerciantes, pedir prestado a los especuladores y agiotistas y a la Iglesia que se vio precisada a financiar a los “hombres de bien o del orden”, a los caudillos, especialmente a Santa Anna, porque temía ser despojada por los “hombres del progreso”.

Concluyendo toda esta reflexión en tres partes y volviendo otra vez a la intelección de Edmundo O’Gorman que se citó al principio: resultado de esta búsqueda de México en el siglo XIX por encontrar su nueva forma de ser nacional, fue el inevitable y sordo conflicto de dos maneras de ser en opinión mía, de varias maneras de ser en la primera mitad del siglo XIX, que probablemente se redujeron a dos, en la segunda mitad que entraran en pugna por afirmarse unas en exclusión de las otras, siendo una la que venció a las otras, y finalmente las excluyó del juego político, cuando Benito Juárez con el ejército liberal vence a la monarquía apoyada por los franceses y conservadores.

El proceso histórico del siglo XIX mostró que en la experiencia política no pudo haber diálogo, ni conciliación entre todas las tendencias, aunque hubo intentos de hacerlos, pero que fue la victoria de las armas, la que culminó con esta búsqueda de un nuevo ser nacional, lo que en mi opinión nos marcó culturalmente en la forma de cómo hacer política en México.

Desafíos para la búsqueda del nuevo ser nacional mexicano (segunda parte)

Desafíos para la búsqueda del nuevo ser nacional mexicano (primera parte)

Consecuencias sociales después de la lucha por la Independencia

Consecuencias económicas de la lucha por la Independencia

El movimiento de Iturbide y la consumación de la Independencia

El movimiento Revolucionario de Miguel Hidalgo y Costilla

Los deseos autonomistas antes de la independencia (Segunda parte)

Los deseos autonomistas antes de la independencia (Primera parte)

Sorpresas y valores de familia

Jóvenes judeomexicanos visitan proyectos Wizo en Israel

Propuestas de Piketty en el capital en el siglo XXI (cuarta parte)

Propuestas de Piketty en el capital en el siglo XXI (tercera parte)

Propuestas de Piketty en el capital en el siglo XXI (segunda parte)

Propuestas de Piketty. El capital en el siglo XXI

Éxito de Israel ante la lucha contra la sequía

Lo indescriptible e imprescriptible de la Shoá

Riesgos al idealizar un proyecto de nación

Importancia del voluntariado en organizaciones sociales comunitarias como forma de participación ciudadana

Ayotzinapa, ejemplo de arbitrariedad e impunidad acumuladas

¿Gobernar y cumplir o promover la imagen pública?

Identidad y diversidad dentro del problema Israelo-Palestino

Reformas de estado y operatividad

El peso de los hábitos en la política mexicana

Cultura y fe

Diálogo entre Liberalismo y Socialismo

El espíritu religioso

Israel ¿una democracia?1

Rescatar a la cultura con “C” mayúscula

Redefiniendo el concepto de cultura

Efectos de la primacía de una cultura

Mensajes de la Shoá para la contemporaneidad

Apañando a las jovencitas antes que caigan

Empoderamiento de la mujer dentro del ejército Israelí

Árbol de olivo

Los Armenios de Israel

Compromisos cumplidos, labor de WIZO en México

Israel ¿una democracia?