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Dificultades en los inicios de la vida Independiente Mexicana (segunda parte)

Centro Deportivo Israelita, A.C.

//Diana Kuba

En el artículo anterior se vio cómo inició la vida independiente mexicana y la inmediata lucha entre las facciones políticas: borbonistas, iturbidistas y republicanos por acceder al poder. Se dijo que Iturbide era reconocido como el Libertador y que tenía una gran popularidad en la opinión pública. No obstante, los borbonistas y republicanos temían a su fuerza política y constantemente trataron de debilitarlo. Este problema se agudizó cuando España rechazó la independencia de México, por lo que ningún miembro de la familia de los Borbones vendría a reinar en el Imperio Mexicano.

Para principios del mes de mayo de 1822, por un lado, los borbonistas, con acuerdo de los republicanos en el Congreso, buscaron quitarle a Iturbide el nombramiento de Generalísimo Almirante, que lo fortalecía dentro del ejército, y por el otro, le cambiaron los miembros de la Regencia de la que era presidente, por gente que se le oponía. También llegó una carta al Congreso del regimiento que comandaba el antiguo insurgente Nicolás Bravo -quien no veía con buenos ojos a Iturbide- demandando que se instituyera la república.

Iturbide y los iturbidistas apoyados por los altos mandos del ejército se percataron que las facciones intentaban quebrantarlo, tanto política como popularmente, y que se corría el riesgo que ellos perdieran el acceso al poder político. Finalmente, para el 18 de mayo un sargento llamado Pío Marcha del regimiento de infantería número 1, donde estaba incorporado el regimiento de Celaya de Iturbide, salió con toda la tropa y atrajo a gente considerada como “léperos” de los barrios bajos de Salto del Agua, San Pablo y otros, e irrumpieron por las calles principales del centro de la Ciudad de México, proclamando a Iturbide como emperador, con la consigna: ¡Viva Agustín I, emperador!
Ante este hecho sorpresivo, el Congreso se reunió en sesión en la noche hasta la madrugada, recibió una carta en que los altos mandos del ejército apoyaban la elevación de Iturbide al trono. Hubo una comisión de 46 diputados encabezados por Valentín Gómez Farías que apoyó la moción. Finalmente decidieron reunirse al día siguiente y lo proclamaron emperador, sin el voto de quince diputados que decían que antes de darlo, tenían que consultar a sus respectivas provincias. A los días siguientes la opinión pública y todas las provincias aclamaron este acto. A Iturbide se le hizo hacer un juramento en el cual expresó que si él desobedecía en su mandato al Congreso, él mandaba que el pueblo lo desobedeciese.

La práctica de salir a las calles a proclamar a un personaje como emperador no era nueva. La había usado en 1808 el príncipe español Fernando VII, cuando dio el golpe de Estado contra su padre Carlos IV, demandando que la ‘voz del pueblo’ pedía que él reinara, con lo que logró que su papá abdicara en su favor. Probablemente, de ahí los iturbidistas tomaron el ejemplo. Tampoco fue la única. En octubre de 1821, hubo otra manifestación popular en Puebla pidiendo que Iturbide se proclamara emperador. Con esta práctica lo que se pretendió fue darle tintes de legalidad a la ascensión de Iturbide al trono. Ya que concretamente el ‘pueblo’ salía a las calles, manifestaba su voluntad y el Congreso solo tenía que ratificarla. Cuestión que así sucedió. No se sabe aún si los iturbidistas con Iturbide planearon juntos esta manifestación, si fue producto de su ambición, si él estaba enterado, ya que las veces que le ofrecían la corona, él en una actitud de desprendimiento decía que solo quería la libertad de su patria y regresar a vivir tranquilo al seno de su familia.

Sin embargo, el acto no fue del todo legal. Hay discusiones que no había el suficiente quórum, porque algunos diputados se escondieron y no fueron a la sesión, y otros, todavía no llegaban a la Ciudad de México al Congreso. No se consultó a las provincias antes, ni se esperó su respuesta para ver si estaban de acuerdo que Iturbide fuera emperador. Incluso hay la duda hasta qué punto pudo estar el Congreso presionado por el pueblo y el ejército para aceptar a Iturbide como emperador. Obviamente sus detractores políticos cuando abdicó dijeron que los amenazaron con puñales en el pecho y lo desacreditaron del todo, fuentes politizadas, que han servido de argumento para difamarlo como personaje histórico. Esos son temas que urgen dilucidar, replantear y profundizar en la historiografía mexicana actual.

Para los siguientes meses (mayo a agosto) Iturbide, como emperador constitucional porque siempre gobernó bajo la Constitución española tuvo constantes enfrentamientos con el Congreso sin poder llegar a un acuerdo en lo relativo a que no querían darle el derecho al veto, acerca de a quién le correspondía nombrar al Supremo Tribunal de Justicia, que constitucionalmente le tocaba al ejecutivo, pero el legislativo se quería arrogar esta facultad, en cuanto si se aumentaba el ejército por riesgo a una reconquista por parte de España, y por hacer un plan de impuestos para llenar las arcas de la Hacienda que estaban vacías, razón por la que no había dinero para pagar al ejército y a la burocracia.

Simultáneamente, por junio de 1822 empezaron a llegar de España, gente con tendencias republicanas, tales como Servando Teresa de Mier, que había sido elegido para ser diputado al Congreso y Miguel Santamaría como embajador plenipotenciario de la república de Colombia. Estos inmediatamente planearon una conspiración para derrocar a Iturbide y mandarlo a Filadelfia, a la que se unieron los republicanos que estaban inconformes con la forma de gobierno monárquica. La conspiración fue interceptada el 26 de agosto y se encarceló a sus participantes, además que Iturbide aprovechó la ocasión y mandó a prisión a algunos diputados opositores que no tenían nada que ver con esta.

Si el lector desea saber qué sucedió después de esa conspiración que fue mermando la popularidad de Iturbide, hasta obligarlo a abdicar, lo invito a que lea el próximo capítulo, donde se verán acontecimientos que poco se conocen.

Dificultades en los inicios de la vida Independiente Mexicana (Primera parte)

Desafíos para la búsqueda del nuevo ser nacional mexicano (segunda parte)

Desafíos para la búsqueda del nuevo ser nacional mexicano (primera parte)

Consecuencias sociales después de la lucha por la Independencia

Consecuencias económicas de la lucha por la Independencia

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Los deseos autonomistas antes de la independencia (Segunda parte)

Los deseos autonomistas antes de la independencia (Primera parte)

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