Inicios de la primeras República Federal (Segunda parte de cinco)

//Diana Kuba

En la primera parte del artículo anterior donde se abordó el primer ensayo de la República Federal después de la caída del emperador Agustín de Iturbide, se dijo que entre 1825 a 1830, se caracterizó por la lucha política entre las logias escocesas y yorkinas. Interesante observar en esta época, es la dificultad entre los actores históricos de poder conciliar entre sí en objetivos comunes, para poder construir los cimientos del futuro Estado-nación mexicano. Lo que se verá en los siguientes capítulos, será el enfrentamiento encarnizado entre estas dos facciones políticas, por ganar un espacio preponderante dentro del ámbito político hasta que ambas acabaron por anularse a sí mismas.

Las logias escocesas se fundaron alrededor de 1813. Para 1825 estaban conformadas por monárquicos borbonistas y republicanos centralistas. Muchos de sus integrantes -no todos- eran de las clases altas y su jefe reconocido era Nicolás Bravo. Tenían como órgano de expresión el periódico El Sol. En 1825 se fundó la logia de York, donde se aglutinaron los antiguos federalistas y, sobre todo, los exiturbidistas con un federalismo a ultranza. Esta logia se fundó bajo auspicios del embajador de los Estados Unidos Joel Poinsett. Aunque no todos sus miembros venían de las clases populares, sino algunos de las clases altas y medias, utilizaban las causas populares para conseguir el apoyo de las clases bajas. Por eso, se identificaron como el partido popular, que promovía el antihispanismo y la nivelación de las clases. Su periódico era El Águila Mexicana.

Lo que aquí se conoce como las logias escocesas, yorkinas, más tarde, los novenarios y los imparciales, funcionaban como asociaciones o clubes políticos, donde se reunían personas con creencias políticas comunes, que al afiliarse pretendían satisfacer sus ambiciones personales políticas. Tenían un carácter secreto y clandestino, porque, para esos tiempos, estaba prohibida la formación de partidos, pero todo mundo sabía que existían. No había un proyecto de nación que verdaderamente las sostuviera, fuera de la oposición hacia su contrincante. Principalmente funcionaron como un hervidero de estrategias, tanto en la prensa como en acciones políticas, para tener acceso al poder ejecutivo, desbancar a los ministros (oponentes a su facción) en turno, a fin de poner en esos puestos a sus miembros, y para influir en las elecciones con objeto de que sus candidatos fueran electos en el gabinete del primer presidente de México, Guadalupe Victoria.

Esto se puede constatar cuando Victoria iba a terminar su gestión en 1828 y se vino el tiempo de elecciones. Dos años antes, los yorkinos manejaron una campaña muy agresiva y soez en la prensa contra los escoceses, hacia los ministros pertenecientes a esta logia y contra los españoles. A los primeros los acusaban de centralistas y de conjurar contra el federalismo, de provenir de la clase aristocrática y no tener interés alguno en beneficio de las mayorías pobres, en ser proespañoles, cuando había que quitar a estos de sus cargos públicos en la burocracia y el ejército, despojarlos de sus propiedades, so pretexto de su poca lealtad a la república mexicana y de la posibilidad de apoyar a España en una reconquista del nuevo país independiente.

Su oportunidad para debilitarlos fue cuando se interceptó una supuesta conspiración en 1827, por un fraile español dieguino, Joaquín Arenas el cual invitó a un militar a unirse para restaurar el poder español en México. La verdad esta conspiración, según testimonios de la época, no tenía medios de cómo realizarse, y no se pudo probar la evidencia de su real existencia, al grado que algunos historiadores la califican como una conspiración fantasiosa.

Sin embargo, la captura del padre Arenas dio pie para que los yorkinos, entre los que había exiturbidistas, exigieran al gobierno la expulsión de los españoles, con lo que se logró desterrar del país a los generales José Antonio Echávarri, Gregorio Arana que habían ideado el Plan de Casa Mata que devino en la caída de Iturbide y a Pedro Celestino Negrete que lo apoyó. Hay que recordar que los exiturbidistas, no perdonaron a los generales españoles que provocaron -deliberadamente o no- la caída de Iturbide, por lo que después de esta, buscaron vengarse de ellos, así como de los republicanos centralistas, que formaban parte de las logias escocesas.

Con el éxito de la primera expulsión de los españoles en 1828, se debilitó gravemente a los escoceses que trataron de recuperarse formando otra logia llamada de los novenarios. Sin embargo, no lograron levantar nuevamente cabeza.

Muchos yorkinos al ver la retórica popular y agresiva de nivelación de clases, que estaba tomando la logia y la materialización de la expulsión de los españoles, decidieron separarse y unirse alrededor del general exrealista Manuel Gómez Pedraza, independiente de este faccionalismo de muy buena reputación, que había fundado otra logia llamada los imparciales, con objeto de convertirlo en el próximo candidato a la presidencia.

La lucha y tensión que se dio en la prensa entre las logias, llevando la batuta la yorkina, provocó que se expidiera el Plan de Manuel Montaño, que pedía la disolución de todas las logias, que se destituyera a los ministros yorkinos del gabinete presidencial y que se expulsara al embajador Poinsett a los Estados Unidos. A esta conspiración contra el gobierno instituido, se unió el vicepresidente Nicolás Bravo representante de los escoceses. La sublevación fue rápidamente reprimida y Bravo desterrado por unos años, lo que dio al traste con la logia escocesa, que ya no pudo presentar candidato para las elecciones para presidente en 1828.

Por consiguiente, para las elecciones para el segundo presidente de la República Federal mexicana, contendieron los generales Manuel Gómez Pedraza, por parte de la logia de los imparciales y Vicente Guerrero exinsurgente, representante de los sectores populares, de parte de la yorkina. En el siguiente capítulo, se verá quién ganó y las consecuencias del resultado de esta elección.

Inicios de la primeras República Federal (Primera parte de cinco)

Dificultades en los inicios de la vida Independiente Mexicana (Cuarta y última parte)

Dificultades en los inicios de la vida Independiente Mexicana (tercera parte)

Dificultades en los inicios de la vida Independiente Mexicana (segunda parte)

Dificultades en los inicios de la vida Independiente Mexicana (Primera parte)

Desafíos para la búsqueda del nuevo ser nacional mexicano (segunda parte)

Desafíos para la búsqueda del nuevo ser nacional mexicano (primera parte)

Consecuencias sociales después de la lucha por la Independencia

Consecuencias económicas de la lucha por la Independencia

El movimiento de Iturbide y la consumación de la Independencia

El movimiento Revolucionario de Miguel Hidalgo y Costilla

Los deseos autonomistas antes de la independencia (Segunda parte)