Mi Cuenta CDI

Un país endeudado y desafiado por una guerra externa difícil de financiar

Centro Deportivo Israelita, A.C.

En los últimos artículos se vio la devastada situación económica del país en el siglo XIX. En este capítulo se verá a qué grado llegaba la deuda mexicana, tanto interna como externa para mediados de este siglo, y la idea de los federalistas anticlericales de financiar la guerra contra Estados Unidos con los bienes del clero.
Durante la primera mitad del siglo XIX, después de la Independencia mexicana, los diversos gobiernos del país no contaban con una banca institucionalizada que los financiara. Tampoco había un buen sistema fiscal de cobro de impuestos y la gente se evadía de ellos. Por tanto, los gobiernos, ya fueran federalistas o centralistas, tenían que recurrir a préstamos forzosos, a la Iglesia, a los especuladores y agiotistas, para cubrir sus gastos con la burocracia y el ejército. Se sabía que en el momento en que un gobierno subía los impuestos, tenía segura su próxima caída. Por tanto, los especuladores y agiotistas -que cobraban intereses desorbitantes/exorbitantes*- se convirtieron en la principal fuente de ingresos de deuda interna hasta la segunda mitad del siglo XIX.

Otra vía de financiamiento fue la deuda externa con Gran Bretaña, Francia y España. Para mediados del siglo XIX, la deuda externa llegó a un monto de cincuenta millones de pesos. Tanto la deuda interna como externa eran una pesadilla para las distintas administraciones menesterosas decimonónicas, y esta pesadilla se agudizó, cuando a mediados de 1846, Estados Unidos le declaró la guerra a México y el país la aceptó, ya que no estuvo de acuerdo con la anexión de Texas en ese año.

En plena declaración de guerra de los Estados Unidos a México, cayó el gobierno centralista de Mariano Paredes Arrillaga y los federalistas tomaron nuevamente las riendas del poder. En 1847, el general Antonio López de Santa Anna fue llamado para ocupar la presidencia y encargarse de la defensa de la guerra, mientras que Valentín Gómez Farías, representante del federalismo y anticlericalismo radicales, ocuparía la vicepresidencia con la consigna de conseguir fondos para financiar la guerra.

Para el 11 de enero de 1847 Valentín Gómez Farías expidió la ley que autorizaba al gobierno la venta de 15 millones de pesos, ya fuera hipotecando o vendiendo en subasta pública, algunos bienes de manos muertas que pertenecían a la Iglesia. Esta medida causó un gran revuelo en la sociedad mexicana, ya que nuevamente se agredía a la institución eclesiástica. Por tanto, los federalistas anticlericales se dividieron entre los radicales que querían subastar los bienes de manos muertas y los moderados, quienes se oponían a esa medida en un momento de emergencia nacional.

El meollo de la división de las facciones políticas durante 1847 y 1848 consistía en cómo mediar con la Iglesia, si quitarle parte de sus propiedades para conseguir fondos para la guerra o respetar su influencia y capacidad económica en la sociedad, intentando sacar los gastos que implicaban esa guerra de todos los sectores sociales, los cuales tampoco estaban en capacidad de dar los recursos económicos para la guerra, ni para alistarse en un ejército especializado que hiciera frente al estadounidense.

La división interna que se dio entre los hombres del progreso (anticlericales, más tarde liberales) radicales y moderados sin poder llegar a un acuerdo, terminó en una rebelión en la Ciudad de México, denominada de los Polkos, para sacar a Gómez Farías de la vicepresidencia y obligar al presidente Antonio López de Santa Anna a regresar a la capital para poner en orden la crisis política que se había generado.

Hay que enfatizar que la división interna, política que se dio en la Ciudad de México, no fue entre liberales y conservadores, que para esta época todavía no se consolidaban como tales, sino entre hombres del progreso o liberales radicales y los hombres del progreso o liberales moderados. Entre personajes como Mariano Otero y Guillermo Prieto, entre otros liberales moderados, que firmaron un acuerdo con el obispo Irisarri de la Ciudad de México, para conspirar y levantarse en una rebelión contra los hombres del progreso radicales a fin de tirar de la vicepresidencia a Valentín Gómez Farías, para que no se llevara a cabo el decreto de la subasta de los bienes de manos muertas de la Iglesia por un valor de 15 000 000 de pesos.

En la historiografía mexicana de corte oficial, generalmente se culpa a las fuerzas conservadoras y a la Iglesia de esta traición. En mi opinión, hay que ser cautelosos con este juicio, ya que, para la época, esta agresión a los bienes de la Iglesia en una situación de emergencia, se veía desmedida y provocó la disensión política; no solo de los hombres que estaban a favor de la Iglesia, sino de los que también buscaban reformarla, pero no de una manera tan radical, por lo que se unieron a esta institución en una rebelión para defenderla.

Tampoco es cierto, que la Iglesia no ayudaba a los diversos gobiernos menesterosos durante la primera mitad del siglo XIX. Todas las facciones proclericales, anticlericales, centralistas, federalistas y militares (que eran los árbitros entre ellas) se trataron de aprovechar de la Iglesia y recurrían a sus fondos en tiempo de paz. Antonio López de Santa Anna fue quien mejor sacó préstamos forzosos y sustanciosos a la Iglesia, so pretexto de que él la defendería contra los hombres del progreso que la habían pretendido desquiciar durante las Leyes de Reforma de 1833.

Además de toda esta crisis política en medio de la guerra, hay que destacar que los estados al no haber una fuerza central que los obligaba a cooperar, no mandaron contingentes para la guerra; solo siete estados cooperaron con el gobierno federal, los demás se defendieron como pudieron, y en algunos casos dejaban pasar al ejército estadounidense por no tener más fuerzas como enfrentarlo. El ejército mexicano estaba conformado principalmente de la leva por la fuerza, estaba mal alimentado y pertrechado. No tenía el armamento y parque suficiente para enfrentar al ejército estadounidense y, como hemos visto, la Hacienda Pública estaba en bancarrota.

Por todas estas razones y más, el país no fue capaz de mantener una guerra extranjera y se perdió la mitad del territorio nacional. Estados Unidos satisfizo sus ambiciones expansionistas, justificándolas con la idea de que ellos tenían la misión de un destino manifiesto de traer la democracia, el liberalismo, el desarrollo económico y el progreso al mundo, y que como México tenía abandonado ese territorio, sin ser capaz de hacerlo producir, desarrollar y sostenerlo, era mejor que pasara a los Estados Unidos, aunque fuera por medio de la violencia.

¿Un México agrícola o industrial? Pregunta crucial del siglo XIX

La República Central. Tercera parte y última de este periodo

La República Central. Segunda parte

La República Central. Primera parte

Inicios de la primeras República Federal (Quinta y última parte)

Inicios de la primeras República Federal (Cuarta parte de cinco)

Inicios de la primeras República Federal (Tercera parte de cinco)

Inicios de la primeras República Federal (Segunda parte de cinco)

Inicios de la primeras República Federal (Primera parte de cinco)

Dificultades en los inicios de la vida Independiente Mexicana (Cuarta y última parte)

Dificultades en los inicios de la vida Independiente Mexicana (tercera parte)

Dificultades en los inicios de la vida Independiente Mexicana (segunda parte)

Dificultades en los inicios de la vida Independiente Mexicana (Primera parte)

Desafíos para la búsqueda del nuevo ser nacional mexicano (segunda parte)

Desafíos para la búsqueda del nuevo ser nacional mexicano (primera parte)

Consecuencias sociales después de la lucha por la Independencia

Consecuencias económicas de la lucha por la Independencia

El movimiento de Iturbide y la consumación de la Independencia

El movimiento Revolucionario de Miguel Hidalgo y Costilla

Los deseos autonomistas antes de la independencia (Segunda parte)

Los deseos autonomistas antes de la independencia (Primera parte)

Sorpresas y valores de familia

Jóvenes judeomexicanos visitan proyectos Wizo en Israel

Propuestas de Piketty en el capital en el siglo XXI (cuarta parte)

Propuestas de Piketty en el capital en el siglo XXI (tercera parte)

Propuestas de Piketty en el capital en el siglo XXI (segunda parte)

Propuestas de Piketty. El capital en el siglo XXI

Éxito de Israel ante la lucha contra la sequía

Lo indescriptible e imprescriptible de la Shoá

Riesgos al idealizar un proyecto de nación

Importancia del voluntariado en organizaciones sociales comunitarias como forma de participación ciudadana

Ayotzinapa, ejemplo de arbitrariedad e impunidad acumuladas

¿Gobernar y cumplir o promover la imagen pública?

Identidad y diversidad dentro del problema Israelo-Palestino

Reformas de estado y operatividad

El peso de los hábitos en la política mexicana

Cultura y fe

Diálogo entre Liberalismo y Socialismo

El espíritu religioso

Israel ¿una democracia?1

Rescatar a la cultura con “C” mayúscula

Redefiniendo el concepto de cultura

Efectos de la primacía de una cultura

Mensajes de la Shoá para la contemporaneidad

Apañando a las jovencitas antes que caigan

Empoderamiento de la mujer dentro del ejército Israelí

Árbol de olivo

Los Armenios de Israel

Compromisos cumplidos, labor de WIZO en México

Israel ¿una democracia?